martes, 15 de septiembre de 2009

BLACK


Criterion Games ha emergido en esta generación como uno de los desarrolladores más importantes. En primer lugar, porque la división tecnológica de la compañía es responsable de Renderware, la más importante herramienta de desarrollo multiplataforma de la actualidad y, en segundo, por la saga Burnout, el frenético juego de velocidad con espectaculares colisiones. Centrados hasta ahora tan solo en una saga, la compañía británica, recientemente comprada por EA, prueba un nuevo territorio cada vez más explorado en consola: la acción en primera persona.
Con Black, Criterion Games ha intentado hacer con el género de la acción en primera persona lo mismo que en su día hizo con el de la velocidad. Si en Burnout se centraron en la velocidad frenética, sin prestar atención a la simulación ni otras cosas “colaterales", en Black han intentado redefinir el género de la acción en primera persona centrándose en aquello que lo hace posible: las balas. Y sus enormes daños colaterales.
Black intenta ser una película de acción frenética y la mayoría de las veces lo consigue. La acción no cesa en ningún momento, los enemigos nos rodean y nos atacan continuamente, y pocas veces tendremos que soltar el gatillo para preocuparnos de la munición o de no hacer demasiado ruido. Y cuando apretemos el gatillo veremos lo que pasa, pues el escenario reacciona dinámicamente a las balas; estas no se limitan a quedarse “marcadas" en él con la típica textura sobreimpresa, lo destrozarán, provocarán reacciones que, naturalmente, pueden usarse para acabar con los enemigos.
La historia en Black es un tanto superficial y está contada a modo de flashbacks, en un interrogatorio entre un alto cargo del gobierno y el soldado protagonista de la acción. Las cinemáticas de este interrogatorio son de imagen real, con un estilo que recuerda al de series como CSI, siendo bastante llamativos, aunque el juego no hace en absoluto hincapié en la historia. Estas cinemáticas intentan maquillar la completa ausencia de historia en el juego, algo de lo que Criterion había advertido al decir que se iba a centrar únicamente en la acción.
Black es por lo tanto un shooter un tanto anacrónico, en el sentido de que, como los juegos de acción en primera persona de hace unos años, no intercala la historia dentro de los niveles, no tiene partes de exploración o aventura, ni puzzles, ni prácticamente nada más allá de potencia de fuego. Pero la acción es tan frenética, tan violenta, tan constante, que no los hace demasiado necesarios; el reto de Black no consiste en solucionar puzzles, ni su diversión en saber cómo acaba la historia. El reto, y su diversión, consisten en destruirlo todo.

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